miércoles, 29 de septiembre de 2010

la loca del perfume

Esta mañana casi pierdo la cabeza en plena calle Florida por un señor trajeado bañado con el perfume de hombre que me encanta y me trae recuerdos hermosos.
En ese momento me creí capaz de pedirle permiso para seguirlo desde Diagonal Norte hasta Plaza San Martín sólo para olerlo. ¿Cómo puede ser que un perfume me haga perder la cabeza?
Yo creo que el Sr. Miyake le puso alguna sustancia peligrosísima que emputece. Me le hubiese prendido al cuello completamente desquiciada.
A la altura de Tucuman se dio vuelta a mirar pero disimulé haciendo que buscaba algo en mi Blackberry y por suerte de todas formas tenía que doblar hacia el bajo. Fue como en esas publicidades ridículas con las minas hechas unas zombies corriendo tras el perfumado. Nunca escuché a ningún hombre hablarme de esa reacción al perfume de mujer (bueno, sí, hicieron una película con Pacino pero eso era otra cosa); escuché los clásicos "me vuelve loco tu perfume" y tuve mi cuota de narices respirándome en el cuello pero nunca mi reacción animal de esta mañana. Adictivo, casi.
Hubiese parado en una de esas perfumerías para que me den un papelito con la muestra y quedarme oliéndola el resto el resto del día mientras me acordaba del lunes a la noche. No iba a ser una jornada laboral muy productiva que digamos...

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